martes, 3 de febrero de 2009

Cambiemos

Quiero hablarles hoy de un tema que nos preocupa y nos afecta a todos: los accidentes de tránsito. El detonante de este artículo fue la noticia del choque, en el día de ayer, de 2 colectivos de línea que ocasionó la muerte de 6 personas y más de 40 heridos.

Argentina sigue sosteniendo el triste récord de más de 20 muertes por día en accidentes de tránsito. Miles de personas sufren todos los años la pérdida de algún familiar en un accidente, y muchísimas más sufren de por vida las secuelas de estos tristes episodios.

La realidad es que el argentino se cree el más vivo de todos. Nos sentimos omnipotentes en nuestros vehículos, creyendo que nunca puede ocurrirnos nada. No usamos el cinturón de seguridad porque apreta, porque molesta, porque “arruga la ropa” como dicen las propagandas que hace más de 10 años “Luchemos por la vida” pone al aire (una horrible señal de que aún después de ese tiempo, se sigue cometiendo el mismo y estúpido error). Decidimos que una avenida es una pista de carrera y vamos a 120, excediendo en 60 km/h el límite permitido de velocidad. En otros casos, creemos que la luz roja del semáforo significa “avance como si estuviera teniendo un cólico y no llegara al baño”…

En la ciudad de Mercedes, el tránsito se ha vuelto caótico en los últimos tiempos. Esto responde a varias razones. Por un lado, a la imbecilidad de la gente, que cada día maneja peor y más rápido, y por el otro a la vía libre que ha dejado el municipio para que cada cual maneje como se le de la gana. Los agentes de tránsito brillan por su ausencia y así es como todas las noches hay picadas de motos y de autos. Así es que observamos como ciertas personas juegan con sus vidas mientras piensan “a mí no me va a pasar”.

Ni quiero hablar de La Plata, que funciona de la misma manera que Mercedes (no existen zorros ni multas por exceso de velocidad o por no respetar las normas). Acá los autos circulan a 60 km/h por las calles comunes, los colectivos pasan en rojo como vienen, y si pueden pasar a 2 milímetros del manubrio de tu bici, no lo dudan. Todo funciona igual o peor que en cualquier pueblo, con la diferencia de que acá el tránsito es mucho más intenso lo que hace que haya muchísimos más accidentes. De hecho, si uno observa atentamente, de cada 10 autos, 7 están chocados.

No quiero ya sonar denso, pero estos accidentes le significan a los municipios grandes sumas de dinero gastadas en movilizar ambulancias, policía, bomberos, médicos, reparar y/o limpiar los lugares donde ocurren los siniestros, etc. En otros países, además de que la gente quizás piensa un poco en el otro, tienen estrictas leyes que sancionan a aquellos conductores que deciden violarlas. Entonces viene la pregunta…¿cuánto dinero se ahorrarían los municipios y cuánto recaudarían además por sancionar a los conductores que violan las normas? ¿Cuántas vidas se podrían salvar si se implementara un serio control en el tránsito? Claro que para esto hace falta poner un poco de huevo… No faltará el estúpido que no quiera acceder a pagar la multa o a entregar su auto cuando le hagan la alcoholemia (ya hemos visto de esos en la tele), ni tampoco las protestas de los transportistas públicos porque quieran sacarle la licencia para conducir vehículos y le quiten la fuente de trabajo por violar la ley. Pero claro, podemos seguir como ahora… Nadie paga multas, nadie pierde el carnet, todos conservan su trabajo… y 20 personas por día pagan el precio para sostener este circo. Hagamos nuestra parte de una vez por todas. Cambiemos “viveza criolla” por sensatez. Respetemos las normas. Hoy, hay miles de enfermos que creen que ir contra las leyes es ser “vivo”. Ese inadaptado social es quien hoy puede chocarte y acabar con tu vida. No seas uno más.

Cambiemos de una maldita vez…